Llegó el otoño...




     Voy a trasnochar todo el otoño para ver caer las hojas de una en una, visualizando todo el recorrido hasta llegar al suelo, tratando de llegar a comprender que no eras árbol de hoja perenne. No quiero talar las ramas. Necesito irme acostumbrando con el tiempo, amaneciendo cada día un poco con la muerte de la aurora.
  Después, cogeré cada una de las hojas y las destilaré con amor, como un licor precioso,  para beberme, sorbo a sorbo y hasta la última gota, todo el apego a tu alma y a tu piel de terciopelo. Cuando caiga inconsciente en el abismo, esa pequeña muerte reforzará mi vida, pudiendo así olvidar, al fin, que no fue un sueño.



Vienes y vas...

  Vienes y vas por esa cuerda floja que nos une y nos limita. Cada noche que intento cortarla, amanezco a las pocas horas y se han doblado los pequeños hilos que la conformaban. No dejas que me vaya y sabes como retenerme. Conoces al milímetro cuales son los paisajes que me atrapan y sabes como atraer a las fuerzas telúricas para que nos reúnan aunque mi razón intente echarte una y otra vez.
Llegas, te metes en mi cama sin oír ni juzgar nada de lo que  hemos hablado ni de lo que pueda sentir por ti. Solo deseas decirme sin palabras, jugando con tus dedos, nuestros labios y mi piel, que estás, que ni un solo segundo has dejado de estar. Que no te da la gana de irte porque sabes que no quiero que lo hagas, aunque la razón y este sentido común mío tan impostado digan lo contrario. Y la vida vuelve a sonreír mientras que la razón se cabrea y trama nuevos planes para ganar la batalla.Los tres quieren ganar. Me estiran cuerpo, cabeza y corazón, tridisociándome de nuevo sin integración posible. O sí. Quien sabe. Solo caminar disfrutando del paisaje. Eso que es nada y es todo. Como tú.


Por ellas... me voy...


  Han entrado en el refugio. Ellos, los cobardes. Han vaciado latas y latas de gasolina y ácido por la chimenea y han volado por los aires las paredes que habíamos logrado insonorizar con nuestra risa. Miro de reojo las cenizas y se me incendian los ojos. Lágrimas de lava volcánica me destruyen. Me siento dentro de una violación encadenada con excrementos y cristales rotos.

  Tengo que ser fuerte. Buscar un refugio nuevo para ellas, las niñas que conseguimos rescatar y a quienes debemos la vida.

  Las miro y están llagadas, casi sin piel. Tienen los huesos fuertes y no les importa tener que reconstruir su rostro, pero necesitan refugio.

  Ellos, los cobardes, juegan tranquilos a los naipes en su casita cómoda y cuidada. Todo en orden. Planeando una nueva estrategia para hacernos obedecer. Asco, vómito compulsivo y sangre... charcos y charcos de sangre que crepita. La loba está herida de muerte. Las risas de ellos han marchitado su aullidos. Ya no llora siquiera. Solo mira como va desangrándose poco a poco y sueña con un regazo donde poder descansar.

  Cuida tú de la loba y de las niñas. Déjame ir a buscar un refugio para todas, para curarlas, para reunirlas... a nuestra loba y a nuestras niñas, para poder ser nosotras... enteras.



Desde tu-no-miedo


  Fear is a lie. Cuando te despojas del miedo, en el momento en que rajas con tijeras y punzones el globo donde viven los espectros de tus sueños muertos, en ese preciso y precioso instante, se deshace la cera de todos los muñecos que, diabólicamente hieráticos y paralíticos, habían devorado cualquier ápice de luz. Y la cera empieza a resbalar hacia el suelo formando una enorme capa, protectora de baldosas rotas y arenas movedizas. En un momento, venciendo mi miedo desde tu-no-miedo, la cera se endurece de nuevo y debajo de nuestros pies hay un peldaño menos que subir.



  Reflexiones a partir de un poema de Alicia G.

  


A modo de bautizo naval...

  Descorchar una botella de champán. Desabrocharla desde la risa. Brochear de chocolate tu espalda con pelo de cola de loba. Descomprimir. Morder hasta sesgar la cuerda que nos ata y nos subyuga a magistrados ancestrales nuestros. ¿Arcontes que condenan?
Voltereta. Pino. Puente. Puente. Puente... contigo. Así. Ya.
 ¿Me bebes? ¿Con gas?
Gas. Gas. Gas. Zas! Cortar todos los puntos neurálgicos enraizados aquí. ¿Dónde?
Allí. Éter. Así sí. O no. Pequeños placeres fuera pistas.

Si mai t'enamoressis d'una sirena...


  Si mai t'enamoressis d'una sirena, no la forcis mai a viure fora del mar per demostrar-te que t'estima. L'estaràs destruint i estaràs destruint l'amor que poguéssiu compartir. 
  És dur enamorar-se d'una sirena, però encara ha de ser més dur veure que es mor al teu costat perquè no has estat capaç d'adonar-te que necessitava l'aigua i el contacte absolut amb altres sirenes per a poder viure en plenitud. No la converteixis en pedra pel simple fet de retenir-la al teu costat. Estima-la de debò... i neda amb ella les estones que puguis. La veuràs riure, jugar... ser sencera! I llavors t'adonaràs que has après a estimar de debò i ella sabrà que el teu amor és immens.




Toma lo que pueda darte y quédate...

Te pienso. Y cuando no te pienso, se me piensa sola tu imagen desdibujada, tan apegada ahora a tu voz.


¿Cómo no asustarte con mi miedo y mi torpeza? A ti, que surgida de la nada me pintas paisajes de luz donde las sombras se embellecen y abrazan a la niña escondida que me habita.
Me ves. Lo sé. Tú. Refugio en el que vivo sin papeles, ni etiquetas ni pasado. No pases fugaz. Quédate. Toma lo que pueda darte y quédate.
Me construyes. Me vivo. Soy entera... en ti.

Somos






Fuera del territorio comanche, siento en mi cuerpo deshacerse tu furia entre besos indigentes dados al aire en el país sin tierra, en un cielo sin suelo. 
En el purgatorio eterno nuestra patria, ángeles semicaídos que ni infierno merecen, mas en nuestro abrazo se redime e integra el mejor de los mundos imaginados desde el lecho nupcial del pecado.
 Fuera del territorio comanche, aceptando las migajas que nos deja el mundo ampuloso de lo cotidiano y real, somos.






La meva música...