Por ellas... me voy...


  Han entrado en el refugio. Ellos, los cobardes. Han vaciado latas y latas de gasolina y ácido por la chimenea y han volado por los aires las paredes que habíamos logrado insonorizar con nuestra risa. Miro de reojo las cenizas y se me incendian los ojos. Lágrimas de lava volcánica me destruyen. Me siento dentro de una violación encadenada con excrementos y cristales rotos.

  Tengo que ser fuerte. Buscar un refugio nuevo para ellas, las niñas que conseguimos rescatar y a quienes debemos la vida.

  Las miro y están llagadas, casi sin piel. Tienen los huesos fuertes y no les importa tener que reconstruir su rostro, pero necesitan refugio.

  Ellos, los cobardes, juegan tranquilos a los naipes en su casita cómoda y cuidada. Todo en orden. Planeando una nueva estrategia para hacernos obedecer. Asco, vómito compulsivo y sangre... charcos y charcos de sangre que crepita. La loba está herida de muerte. Las risas de ellos han marchitado su aullidos. Ya no llora siquiera. Solo mira como va desangrándose poco a poco y sueña con un regazo donde poder descansar.

  Cuida tú de la loba y de las niñas. Déjame ir a buscar un refugio para todas, para curarlas, para reunirlas... a nuestra loba y a nuestras niñas, para poder ser nosotras... enteras.



La meva música...